Thursday, January 12, 2006

Una momia ante el televisor

No ha sido una estratagema para incrementar los índices de audiencia, aunque de la macabra noticia se desprende que los cadáveres también tienen derecho a disfrutar de su programación favorita. Johannas Pope, gravemente enferma de lupus, estaba segura que algún día volvería de entre los muertos y, antes de sucumbir a la enfermedad de la que nunca quiso tratarse, pidió a sus familiares que la dejaran sentada ante el televisor hasta que llegara el momento de su resurrección. Dicho y hecho. Los familiares cumplieron esmeradamente las directrices de estan fan televisiva, manteniendo encendido durante dos años y medio el aire acondicionado de su habitación y espantando con insecticida a las moscas que se agolpaban con lógica regularidad ante el inusitado proyecto de festín. Johannas, lamentablemente, nunca cumplió su promesa de regresar desde el más allá y, por fin, la situación llegó a oídos de una hermana distante que avisó a las autoridades. El forense que se desplazó a la residencia de la difunta manifestó que la vivienda de la familia Pope olía a muerte, pero también aclaró que, cuando hay una motivación suficientemente fuerte, la gente se acostumbra. La información ampliada en inglés, aquí.

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