Escandalera
Pobre espectáculo es el que se está dando en el panorama cultural extremeño con la polémica en torno a una actuación del grupo La Botika en los escenarios móviles de la Junta de Extremadura durante el pasado verano. La escandalera ha llegado a los medios nacionales y el grupo cacereño se ha convertido en arma arrojadiza entre unos y otros en plena precampaña electoral. El PP, velando por la salud mental del público infantil, se lleva las manos a la cabeza y exige dimisiones a diestro y siniestro. De todas las carencias, pifias y aciertos de la política cultural de la Junta de Extremadura, esgrime este patinazo como estandarte y se erige en censor con efecto retroactivo y defensor de las buenas costumbres. La Consejería de Cultura, en lugar de reconocer que la han pillado en un renuncio, opta por proyectar una imagen de víctima y enarbola la bandera de la libertad de expresión para justificar su dejadez y falta de criterio a la hora de programar ciertos espectáculos ante deteminados auditorios. Nadie es perfecto. No cuesta nada reconocer un error y a otra cosa mariposa. Dejar que el globo se hinche y convertirlo en cortina de humo denota una falta de imaginación compartida y es clara señal de que ambos partidos han confundido lo que deberían ser sus prioridades a la hora de poner de relieve las auténticas necesidades del desarrollo cultural extremeño. Si las propuestas y reivindicaciones van a ir por estos derroteros que Dios nos pille confesados. En cuanto al "chúpame la minga" del grupo teatral en cuestión no sé qué es peor, si la letra o la coreografía. A cualquier cosa se le llama "cabaret" estos días.